🌌 Hay videojuegos que te hacen sentir que el mundo es tuyo. Abres el mapa, lo ves casi en blanco, y sabes que solo lo irás desbloqueando si caminas, si exploras, si estás realmente ahí. Nada sucede si no juegas. Nada cambia si no avanzas. Ese tipo de experiencia nos recuerda algo profundo: estar presente es lo único que abre el mundo.
👁️ La presencia —en el sentido meditativo— no es una habilidad decorativa, ni una moda zen. Es como encender la consola antes de jugar: si no estás “conectado”, no hay partida que valga. No importa lo que digas, lo que pienses o lo que planifiques… si no estás ahí, consciente, despierto, el juego de tu vida sigue corriendo, pero sin ti en los mandos.
🌀 Estar presente es habitar el ahora con los cinco sentidos, con el cuerpo y la mente en el mismo lugar. Es notar que estás respirando, que hay tensión en tu cuello, que una emoción incómoda está golpeando en la puerta de tu estómago. Es darte cuenta de que estás aquí… y que solo desde aquí puedes hacer algo.
🛡️ En muchos juegos de mundo abierto, la interfaz desaparece cuando no tocas nada. El HUD se oculta, los marcadores se desvanecen… y solo queda el entorno. No hay objetivos, no hay mini mapa. Solo tú y ese mundo. Lo mismo ocurre cuando accedes a la presencia: desaparecen las etiquetas y queda la experiencia cruda, sin filtros. Ahí es donde todo empieza a vivirse con profundidad.
🧠 A nivel mental, es como si hubiera un “testigo interior”, una especie de jugador silencioso que observa todo lo que ocurre sin quedar atrapado por ello. Puedes tener pensamientos de estrés, pero no eres ese estrés. Puedes sentir miedo, pero no eres el miedo. Igual que en un juego puedes estar en una misión peligrosa sin convertirte en el enemigo, puedes observar lo que ocurre en ti sin identificarte con ello.
🔦 Esta conciencia que observa sin apego es como una linterna en una mazmorra: ilumina los rincones que antes no veías. Y al hacerlo, cambia tu relación con el entorno. Ya no reaccionas igual. Ya no huyes sin ver. Aprendes a mirar, a respirar, a sostener lo que antes te hacía pulsar “escape”.
🎯 El poder de la presencia es este: no elimina lo difícil, pero te permite estar en ello sin romperte. Es el espacio entre un pensamiento y tu reacción; entre lo que pasa y lo que eliges hacer con ello. Es como el instante en que el juego se pone en cámara lenta justo antes del impacto. Ese segundo lo cambia todo.
💬 Como decía el maestro Martínez Lozano:
“Eres, no quien piensa, sino quien observa al que piensa. Eres la Presencia que observa al yo mental.”
🧩 En el fondo, la presencia es una forma de recordar quién eres, por encima de lo que estás sintiendo o viviendo. No eres solo el personaje, ni el escenario, ni la historia. Eres quien juega, quien observa, quien habita el momento. Y ese alguien no puede perderse… si aprende a quedarse.
👉 Sigue con: Parte 2 – Más allá del personaje — El espacio que lo contiene todo
📚 Índice del Capítulo 6 de Desbloquea la calma: Meditación para vivir en consciencia
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