🌀 Hay momentos en que todo se desborda: una discusión, una mala noticia, un miedo inesperado. Sientes cómo se activa la tormenta interior. Tensión en el pecho. Nudo en el estómago. Mente acelerada. En esos instantes, tu cuerpo se convierte en el campo de batalla. Pero también puede convertirse en tu refugio, si sabes cómo escucharlo.
🧘♂️ El ejercicio “Ablanda, Tranquiliza y Permite” es una herramienta sencilla y poderosa para esos momentos. Una especie de hechizo curativo que no elimina al enemigo, pero sí te devuelve la calma suficiente para enfrentar lo que venga. Aquí no se trata de escapar del dolor, sino de quedarte con él… con compasión.
🪶 1. Ablanda – Localiza la tensión y deja que se derrita
Haz una respiración profunda. Lleva tu atención al cuerpo y detecta la zona donde sientes más incomodidad. ¿El cuello? ¿La barriga? ¿El pecho? Una vez localizada, imagina que aplicas una toalla caliente sobre ella y repite en silencio alguna frase que te ayude a ablandar y relajar esa zona. No trates de forzar la relajación. Solo acompaña con presencia y ternura.
💗 2. Tranquiliza – Llévate la mano al corazón
Con suavidad, posa tu mano sobre el pecho. Siente cómo respiras. Siente el calor. Háblate como lo harías con alguien a quien amas: “Esto duele, pero no va a durar para siempre”, “Que esté a salvo y en paz” y ahora repite mentalmente alguna frase que te ayude a tranquilizarte. Estás activando tu propio sistema de autocuidado, como si pulsaras el botón de pausa en mitad del caos.
🌊 3. Permite – Deja que el malestar esté presente sin luchar
No luches contra lo que sientes. No intentes hacer desaparecer el dolor a toda costa. Ahora repite con dulzuraalguna frase que sientas que te convierte en alguien más permisivo. Como si el malestar fuera un huésped temporal que entra en casa: no lo abrazas, pero tampoco lo echas a patadas. Simplemente, lo dejas estar… hasta que se marche solo.
🧠 Este ejercicio actúa en tres niveles: el físico (ablandar), el emocional (tranquilizar) y el mental (permitir). Y aunque parece simple, encierra una verdad poderosa: no te estás calmando para sentirte mejor… te estás calmando porque estás sufriendo. La diferencia puede cambiarlo todo.
🎮 A veces, en mitad de una partida difícil, la mejor estrategia no es atacar… sino esperar el momento adecuado, respirar, observar… y luego actuar. Este ejercicio es eso: un momento seguro en el que no necesitas ser fuerte, ni productivo, ni valiente. Solo necesitas ser amable contigo mismo.
🌟 No uses esta práctica como un parche. Úsala como una forma de recordar que, incluso en el peor de los niveles, tu cuerpo sabe cómo regresar al equilibrio… si lo escuchas con amor.
👉 Sigue con: Parte 4 – La pausa que lo cambia todo – Cuando el corazón pide un respiro
📚 Índice del Capítulo 5 de Desbloquea la calma: Meditación para vivir en consciencia
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