¿Sabes cuál es el verdadero jefe oculto que te hace perder vida una y otra vez sin que lo notes? La resistencia.
A veces el dolor llega, y no podemos evitarlo. Pero lo que realmente nos derrumba no es el golpe… es todo lo que añadimos después: la lucha interna, el “no debería sentirme así”, el “esto no me tendría que estar pasando a mí”. Esa es la trampa. Esa es la resistencia.
Cuando algo no va como esperabas —una conversación que salió mal, un mal día, una noticia que no querías escuchar— tu mente egoica reacciona con todo su arsenal: rechazo, rabia, negación, evasión. Intenta eliminar lo que duele… y al hacerlo, crea un segundo sufrimiento encima del primero.
Como si después de recibir daño en un juego, tu personaje entrara en pánico, golpeara el entorno, lanzara habilidades al azar… y perdiera aún más salud por no quedarse quieto a curarse.
Aceptar no es resignarse. No es rendirse, ni conformarse. Es simplemente reconocer lo que ya está ocurriendo sin añadirle capas innecesarias de juicio, culpa o huida. Es decir: “Esto es lo que hay ahora. Y aunque no me guste, me doy permiso para sentirlo.”
Porque cuando aceptas, dejas de pelearte con la vida. Y entonces tu energía ya no se malgasta en el conflicto interno, sino que se libera para tomar decisiones más sabias, más sanas, más tuyas.
En palabras simples:
Sufrimiento inevitable + Resistencia (sufrimiento “opcional”) = Sufrimiento innecesario.
Quita la resistencia… y tu carga se aligera.
Y sí, digo “opcional” porque estoy seguro de que, una vez termines esta serie, verás y entenderás la vida de otra manera… de la manera en la que la resistencia es realmente opcional.
Aceptar también significa acoger las emociones difíciles: la tristeza, la frustración, la incertidumbre… Son visitantes incómodos, sí, pero traen información. Y si los escuchas sin correr ni taparte, se transforman. A veces lentamente. A veces como un suspiro que abre espacio.
Lo más curioso es que muchas veces no aceptamos los hechos en sí, sino lo que nos hacen sentir. Y ahí está el aprendizaje profundo:
Aceptar no solo lo que pasó…
Sino lo que está pasando dentro de ti por lo que pasó.
Como cuando un jugador deja de reiniciar el nivel esperando que todo cambie… y decide, por fin, entender el patrón del enemigo. Acepta el reto. Y desde ahí, responde con inteligencia emocional, no con reflejos desesperados.
Activa la habilidad: pausa sin juicio
La próxima vez que algo te moleste, duele o te desoriente…
No corras. No huyas. No explotes.
Haz lo siguiente:
- Detente
- Respira
- Di en voz baja (o mentalmente): “Esto también forma parte del juego.”
- Y observa qué cambia al no oponerte de inmediato.
👉 Sigue con: Parte 3 – Suelta el mando – El arte de dejar ir sin perder el control
📚 Índice del Capítulo 3 de Desbloquea la calma: Meditación para vivir en consciencia

