📊El hemisferio izquierdo: el contable

Dentro de tu mente habita un auténtico contable: el hemisferio izquierdo. Es el que se encarga de organizar, analizar y clasificar la realidad. Le encantan los datos, las palabras, las listas y los planes.

Gracias a él puedes pagar facturas sin perderte, seguir una receta paso a paso o explicar a alguien cómo llegar a tu casa. Es el hemisferio que convierte el caos en estructura, el que busca causas y efectos, el que traduce la experiencia en lenguaje y números.

Cuando organizas un viaje, esta parte de tu mente se obsesiona con revisar horarios, calcular gastos y planificar cada detalle. No le gusta la improvisación, porque siente que todo lo que no está bajo control es un posible riesgo.

En un videojuego sería como ese jugador que calcula la build perfecta: analiza estadísticas, optimiza recursos, busca la estrategia más eficiente. Es meticuloso, preciso, pero a veces pierde de vista el disfrute de la aventura.

Ampliación científica:
El hemisferio izquierdo está muy ligado al lenguaje, el razonamiento lógico y el pensamiento secuencial. Aquí se activan áreas como el área de Broca (cuando hablamos) y el área de Wernicke (cuando entendemos lo que nos dicen).
Cuando este hemisferio domina, tendemos a ver el mundo en cadenas lógicas: causa → efecto, problema → solución.
Por ejemplo, cuando tenemos que preparar un viaje, solemos entrar en modo “contable”: revisamos horarios, calculamos gastos, ordenamos paso a paso lo que vamos a hacer. Ese filtro nos da claridad, aunque también puede atraparnos en la rigidez de creer que todo debe encajar en un orden exacto.

Ahora bien, el hemisferio izquierdo también “tiene un defecto”: puede volverse rígido. Si domina demasiado, ves el mundo en blanco y negro: correcto/incorrecto, éxito/fracaso, todo o nada. Pierdes matices y acabas atrapado en explicaciones interminables, creyendo que solo existe una verdad posible: la que él ha calculado.

La buena noticia es que este contable interno no es enemigo: es un aliado necesario. Te da orden, estructura y claridad. El reto es recordarle que no está solo, que hay otra mente —el hemisferio derecho— que puede mostrarle un panorama más amplio y lleno de vida.


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