En el otro extremo de tu mente vive un artista. El hemisferio derecho. Y este no necesita listas ni cifras para darle sentido a la vida. Prefiere imágenes, melodías, metáforas y silencios. Mientras el izquierdo busca explicar el mundo, el derecho quiere sentirlo.
Gracias a él puedes emocionarte con una canción aunque no entiendas la letra, captar la ironía en una frase sin que nadie la explique o leer en la mirada de un amigo algo que sus palabras nunca dirán. Es el hemisferio que percibe lo invisible: el tono, la energía, la atmósfera.
Cuando entras en un lugar nuevo y algo dentro de ti dice “este sitio me da buena vibra” (o todo lo contrario), no es lógica ni análisis: es tu hemisferio derecho haciendo de antena emocional.
En un videojuego sería como ese jugador que se deja guiar por la inmersión: no solo busca la mejor estadística, sino el arma que “siente correcta”, la ruta que se ve más épica, la música que lo hace vibrar. No le importa tanto ganar rápido como vivir la experiencia con intensidad.
Ampliación científica:
El hemisferio derecho se activa sobre todo en la percepción espacial, la interpretación de imágenes y el reconocimiento de emociones. Gracias a él podemos captar una metáfora, entender un gesto sin palabras o dejarnos llevar por una canción sin necesidad de analizar su letra.
Este hemisferio procesa la información de manera global y simultánea: no se fija tanto en los detalles como en el “todo” que les da sentido.
Por ejemplo, cuando entramos a un lugar nuevo y sentimos de inmediato si “tiene buena vibra” o no, estamos usando el hemisferio derecho. No analizamos estadísticas ni datos: simplemente percibimos el conjunto de señales, y lo sentimos como una intuición.
También en este caso, el hemisferio derecho, tiene sus trampas. Si domina demasiado, puedes perderte en un mar de intuiciones sin rumbo, saltando de idea en idea sin estructura, dejándote arrastrar por emociones sin ancla. Es como querer pintar un cuadro sin lienzo: mucho color, poca forma.
El regalo del hemisferio derecho es que te recuerda que la vida no es solo cálculo ni explicación: también es belleza, emoción y misterio. Y cuando camina de la mano con el izquierdo, tu mundo deja de ser un mapa plano y se convierte en un paisaje tridimensional.

