En tu cerebro tienes dos grandes aliados que, aunque parezcan opuestos, en realidad se necesitan: el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho.
El hemisferio izquierdo – el contable.
Es lógico, analítico, le encanta poner etiquetas y dividir la realidad en casillas. Gracias a él puedes planificar tu día, calcular gastos o resolver un problema paso a paso. Pero cuando domina demasiado, se vuelve rígido: solo ve blanco o negro, correcto o incorrecto, éxito o fracaso. Como un contable que ignora los matices porque “los números mandan”.
El hemisferio derecho – el artista.
Es intuitivo, creativo, capaz de captar el todo sin necesidad de palabras. Percibe tonos de voz, gestos, y en general, la música de la vida. Gracias a él puedes emocionarte con un atardecer, improvisar una solución o entender lo que no está escrito. Si el izquierdo cuenta píxeles, el derecho ve el cuadro completo.
Los mapas mentales
Nuestra mente nunca ve la realidad tal cual es, sino que construye mapas. Para simplificar, el cerebro elimina detalles, distorsiona lo que percibe y generaliza a partir de experiencias pasadas.
El hemisferio izquierdo, en su afán de orden, se queda muchas veces atrapado en estos mapas incompletos. Eso explica por qué dos personas pueden vivir la misma situación y recordarla de formas totalmente diferentes.
Ejemplo: discutes con alguien y al día siguiente cuentas la historia convencida o convencido de que “el otro me atacó primero”. Quizá no fue así, pero tu mapa interno ya recortó, distorsionó y rellenó huecos.
La confabulación: cuando rellenamos huecos
El hemisferio izquierdo, además, odia no tener respuestas. Cuando no recuerda un detalle, lo inventa sin que lo notes: crea una historia plausible para mantener coherencia. A esto se le llama confabulación. No es mentira consciente, es tu cerebro protegiendo su narrativa.
Es como si tu mente dijera: “no sé qué pasó en ese minuto, pero voy a ponerle un parche, donde tengo la laguna, para que conecte las dos partes de la historia de tal modo que todo tenga sentido”.
En el idioma más… gamer, sería como un juego que carga un escenario incompleto y el motor gráfico rellena los huecos con texturas genéricas. Tú juegas convencido de que todo estaba así desde el inicio… hasta que alguien te muestra que no.
¿Dónde viven estos modos en tu cerebro?
El cerebro está dividido en dos hemisferios, unidos por el cuerpo calloso, un puente de fibras nerviosas que les permite trabajar en paralelo y comunicarse.
- El hemisferio izquierdo está más relacionado con el lenguaje, la lógica, el análisis secuencial y el pensamiento estructurado.
- El hemisferio derecho se asocia con la percepción espacial, la creatividad, la intuición, la música y la capacidad de captar el todo.
La ciencia moderna muestra que ambos hemisferios participan en casi todas las tareas, pero con distintos enfoques. El izquierdo tiende a desmenuzar y clasificar, mientras que el derecho integra y contextualiza.
Aquí aparecen dos fenómenos fascinantes:
- Mapas mentales: tu cerebro filtra la realidad mediante eliminación, distorsión y generalización. Así crea una versión simplificada del mundo.
- Confabulación: cuando faltan datos, el hemisferio izquierdo rellena huecos inventando explicaciones plausibles, manteniendo la coherencia de la historia aunque no sea exacta.
Esto explica por qué tu memoria no siempre es fiel y por qué puedes discutir convencido de una “verdad” que en realidad es solo tu mapa subjetivo.
La buena noticia es que no estamos condenados a quedarnos atrapados en un solo hemisferio ni en mapas limitados. Cuando el contable y el artista colaboran, tu vida se amplía: la lógica se enriquece con intuición, la creatividad se ordena con estructura. Y cuando reconoces que tu mapa puede estar incompleto, ganas humildad y apertura.
Ahí es donde empieza el verdadero “reset”: darte cuenta de que no siempre ves la realidad, sino una versión. Y que puedes aprender a mirarla con otros ojos. Como dijo Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”.

